El fútbol se ha vuelto un negocio y el árbitro es parte importante

Esteban Daniel Ostojich Vega es hijo de Cono y María.
Es hermano de Cecilia, 4 años mayor que él. Esteban tiene
hoy 36 años y vive en pareja con Mariana. Tiene dos hijos. Nació en San José de Mayo, lugar que ama, donde ha vivido casi toda su vida.
“Cuando me dedico al arbitraje me radiqué en Montevideo, fueron 6 años. El curso de referato lo comencé en 2003; simultáneamente jugaba al fútbol en Universal en San José. Con mi padre decidimos probar suerte. No es algo que de chico me gustara el arbitraje, fue más probar porque mi padre era árbitro, mi abuelo lo era”.
Esteban es un tipo muy abierto, muy frontal para hablar. Se reconoce elegante, esforzado, muy prolijo, enamorado de su mujer y del arbitraje.
Tiene metas tan altas, como realistas…

Entrevista: Mariana Rabinovich.

Tenés una herencia de arbitraje familiar, sin dudas eso habrá pesado en la decisión de emprender este camino como medio de vida.
Sí. Exacto, pero sinceramente a mí al principio no era lo que me gustaba, yo me sentía jugador de fútbol. Nunca me picó el bichito, pero no me era desconocido.
Yo crecía en una familia futbolera, con mi mamá oriunda de Ecilda Paullier jugando al fútbol. Papá también jugó y fue árbitro. De chico mamé reuniones arbitrales en mi casa, toda esa ceremonia previa a ir a una cancha de fútbol. Toda esa voluntad de entrenar después de 8 horas laborales, que tenía mi papá. Todo eso veía y hoy por hoy son cosas que tomo como ejemplo.
Por el 2003 pruebo suerte y voy a ver qué es el arbitraje, hago el curso 2 años y comienzo a arbitrar. En 2007 decidí dejar de jugar y volcarme directamente al arbitraje. En 2008 me voy a vivir a Montevideo con mi otro trabajo. Trabajo en la administración de una Universidad de Educación no formal para adultos mayores desde el 2007.

Viajar todos los días para trabajar y arbitrar los fines de semana debe ser muy cansador…
El desgaste de viajar era mucho, me quitaba horas de sueño y descanso. En inferiores los sábados tenías tres partidos y los domingos otro tanto. No tenía fin de semana. Al día de hoy hago un partido. En Montevideo estoy en pareja con Ana Laura, la mamá de mi hijo Matías de 8 años. Nos separamos, ellos siguen allá y estoy en pareja con Mariana. Es una historia de amor muy larga con Mariana, fuimos novios desde los 17 años hasta los 25… nos separamos, pasó todo esto en el medio y nos volvimos a encontrar. Y cuando encontrás tu compañera de ruta, a veces no nos damos cuenta en su momento, por inmadurez u otros motivos, pero en ella encontré una mujer de fierro, que es un pilar fundamental para esta carrera.

Una carrera la arbitral, donde te critican duro.
En esta carrera arbitral las críticas son duras, y los momentos de dirigir en cancha, sin días ni horas de descanso, tener una pareja así para un árbitro que comienza es fundamental. Se que sólo no lo hubiera podido lograr, no hubiera llegado a vivir todos los momentos lindos que vivo en la actualidad. Con Mariana tenemos a Martina, de 3 años y medio, y estamos muy bien, muy bien!

Contanos de tus características como jugador.
Hice toda mi carrera en el Club Universal desde los 5 años. Vivía en el barrio. Era la cancha más cercana y allí conocí entrenadores que me marcaron la vida deportiva y personal como Mauricio Rodríguez y Sergio Licio, que hasta el día de hoy es un ser humano entrañable. Con Sergio una vez por mes lo llamo y charlamos porque él me enseñó a ser un buen deportista, más allá del resultado. A conocer el éxito y el fracaso. Como jugador era muy temperamental, lo sigo siendo. Siempre fui muy respetuoso con mis colegas, compañeros, rivales y árbitros, pero me expulsaban mucho porque siempre jugaba al límite. Defendía mi camiseta, jugaba al límite en el contacto con el rival, pero los árbitros entendían que era para defender los colores que llevaba.

Un entrenador de fútbol es también un formador de vida, está muy bueno reconocer esto.
Hoy por hoy todo lo de las redes sociales, internet, nos acercan mucho, pero esa generación 82`de universal, que hasta el día de hoy nos vemos, fue posible por Mauricio y Sergio, hubiera sido difícil. Ellos te forman como persona. A amar este deporte y respetarlo. A veces no se respeta, y cuando sos joven y adolescente te gusta mucho más la noche, las fiestas. Es normal, pero respetar el deporte, el jugar, el compromiso con el otro compañero es fundamental.

Mencionaste que tenés un carácter “fuerte”. Cómo hacés para controlarte y no responder a las cosas que te gritan, los insultos que recibís.
El tema de los insultos siempre lo tomé como algo no personal. Cuando jugaba al futbol en el cuadro que adoro y que quiero, muchas veces hasta jugué gratis y recibí insultos de mi propia parcialidad. Eso me dolía. Eso. Cuando uno ama lo que hace y lo que está defendiendo y lo insultan, es muy doloroso. Peleamos años del descenso, duros, con Universal, y tuvimos otros momentos muy buenos. Pero siempre el equipo humano se ve en los momentos malos. Y Universal sacó fuerzas desde donde no la tenía en aquel momento y recibió muchos insultos, eso dolió muchísimo.
Años después cuando me volqué al arbitraje y la tribuna me insultaba e insulta, me resbalaba y resbala hasta el día de hoy. Ahora lo veo como un desahogo para el hincha, lo hacen por eso. No me lo tomo personal. Lamentablemente, que insulten al árbitro se ve hasta normal. Claro que hay insultos e insultos, hay personas que rozan lo desagrabable, cuando se meten con la familia… o enfermedades.
El hincha de fútbol refleja la sociedad, queremos ver qué está pasando y en la cancha de fútbol vemos cosas claras.
Así que para contestarte como manejo los insultos, lo hablo mucho con mi familia, los de afuera me resbalan totalmente. Incluso lo hablo con los jugadores, a veces incluso me dicen ¿con vos se puede hablar? Claro que se puede! Les respondo: sos un ser humano que está trabajando y yo también y podemos dialogar, siempre desde el respeto. Es lo que yo les doy, y espero recibirlo. A veces te hacen enojar cuando te hacen gestos y te dejan en evidencia con la tribuna o los otros jugadores, esas cosas no me gustan y a veces me enojo, como ellos, yo también. Y ahí es donde hay un trabajo de equipo con mis otros árbitros, mis asistentes, mi cuarto árbitro, eso se planifica. Uno se debe conocer. Uno trata cuando se enoja de enfriarse un poco, porque el partido es mucho más importante que un jugador, eso lo aprendés con los años y te vas enfriando.

¿Cuándo se llega al nivel de profesionalismo en nuestro país en tu carrera? ¿Se da un click, o es paulatino?
Cuando se llega a primera división hay un cambio rotundo acá, en Uruguay. Desde juveniles a primera división es notorio el “saltito”. Hay mucho más dinero. El fútbol se ha vuelto un negocio del que el árbitro se ha vuelto una parte muy importante. Con una decisión podés hacer ganar o perder mucho dinero a jugadores, a vos mismo, es una toma de decisiones constante. Y después viene el saltito a nivel internacional, donde también te das cuenta y a otro nivel, la dimensión a la que llegan tus decisiones. Porque ya es cuestión de países, de eliminatorias. Hay países como el nuestro, que el fútbol es cultural, algo fundamental socialmente y la decisión de un árbitro lo deja afuera o adentro de un mundial… Me tocó ir a hacer Paraguay –Bolivia y Colombia-Venezuela por eliminatorias. En estos últimos se vivían momentos muy tensos entre los países. Imaginémonos a Uruguay sin mundial, y a veces la decisión de un árbitro puede llevar a eso.

Tus vivencias en los clásicos, a nivel local e internacional ¿cómo ha sido?
Acá en Uruguay por suerte he estado en varios clásicos de todas las categorías. Desde 14 años hasta primera he estado en todas, en distintos roles. A nivel nacional arbitrar un Nacional-Peñarol es impresionante, únicos. En primera división estuve en 4 clásicos. 3 como cuarto árbitro y 1 como central. Estuve en una final. Mi viejo siempre lo decía y es así: cuando te designan a un clásico te dura dos semanas el partido. Desde la semana previa, 5 días antes de la designación ya arranca la presión. El teléfono no te para de sonar de los periodistas, de los amigos, los no amigos. Todo el mundo tiene tu número. Hacés el partido 95 minutos y dura una semana más. Los periodistas te vuelven a llamar, etc.

Los periodistas es normal que te llamen… pero… ¿otro tipo de llamadas has recibido? ¿Te han querido sobornar?
No. No me ha pasado. Sinceramente no. Jamás he recibido ninguna llamada. Es cierto que la decisión de un árbitro puede cambiar mucho. Yo soy empleado de la Asociación Uruguaya de fútbol (AUF), soy empleado de CONMEBOL y hace 4 años también soy empelado de FIFA. FIFA y CONMEBOL están tratando de cambiar una imagen, donde los árbitros tenemos muchos medios para denunciar esas cosas. Sinceramente no me ha tocado de cerca, para nada, jamás he tenido ningún ofrecimiento. Es algo que debemos cambiar desde la cancha porque amamos el futbol, Uruguay ama el fútbol, es el deporte más lindo del mundo, lo que mueve más. Lamentablemente por algunos pocos se ven cosas jodidas. Son temas muy delicados a tocar, cada año se hace más hincapié en lo importante de denunciar esas cosas.

Aparte de la mala FE de los corruptos que quieran inlfuir en los resultados de los partidos, hay otra realidad para tener en cuenta hoy día, y prestarle mucha atención: las redes sociales. Con todo lo que decimos, en todas las ocupaciones, debemos cuidarnos. Una conversación o imagen tomada en confianza puede terminar en desastre de público conocimiento… Pasó en un sentido con Julio Ríos y Valdés, pasó con Romano, en otro plano. ¿Qué reflexión te merece?
Hay que cuidarse muchísimo hoy por hoy, todos tenemos grupos de amigos, de whatsapp. Hay bromas de todo tipo. Son bromas entre amigos, las mismas que nos hacíamos siempre, pero hoy por hoy yo me encuentro en un lugar que tengo que cuidarme muchísimo. Me he ido de un grupo y después he vuelto, con un común acuerdo entre todos de no hablar de fútbol. No es que yo tenga prohibido hablar, pero muchas veces se pasa la raya. Los demás están en otras profesiones, pero yo tengo que tener muchísimo cuidado. No es que no confíe en ellos, hoy en día todo se filtra, no es que uno no confíe en sus amigos. Es que uno le envía a otro de confianza y se terminan difundiendo cosas que no proceden. No se pueden hacer bromas, ni hablar. Yo tengo familiares hinchas de diferentes clubes y en las fotos familiares yo no puedo estar abrazado con una prima o sobrino que tenga determinada camiseta puesta. Yo tengo claro de quien soy hincha y también lo que le dedico al arbitraje, y que una cosa no se interpone con la otra Yo lo tengo claro pero los demás no. Hay algunas cabecitas que eso no lo entienden. Muy pocos árbitros dicen de qué cuadros son hinchas. Porque el día de mañana el otro club puede cortarte el arbitraje. Pero yo no veo mal si un árbitro quiere decir de qué cuadro es. Lo que hay otras cabecitas que no son tan abiertas. En este mundo, si vos decís que sos negro, los blancos te van a atacar. Esto pasa en muchos ámbitos, no sólo el fútbol, también en la política. Hay gente muy hipócrita. A veces por decir, no decir o dar a entender, ellos entienden lo que quieren y concluyen lo que sea.
Hay que ir con mucho cuidado. Porque si yo llevara a mi hijo a gimnasia o natación o cualquier lado con un short o camiseta determinada, no quiere decir nada. Yo estoy limpio. Pero no puedo hacerlo porque hay otras personas que te sacan fotos con otras intenciones. Te trae un problema innecesario. Con mi hijo tengo que tener mucho cuidado.
Es injusto porque esta es la vida que elegí yo. No mis padres, ni mi mujer, ni mi hijo y cuando a uno lo critican no pasa nada, lo que más me duele es cuando los agarran en la calle a ellos para decirles cosas malas de mi como árbitro, por lo que cobré o no cobré. Deberían tener en cuenta que esta vida la elegí yo, no ellos. Eso me duele muchísimo. Muy pocos son los que vienen a decirme eso a mí, que deberían hacerlo si quieren. Esos vienen y te tocan el hombro y está todo lindo, todo bien. Hipocresía, después lo hablan con otro amigo o mi señora, o padres. Eso me molesta mucho. Pero en definitiva esa gente me da lástima. Hay que estar por encima de ellos.

¿Se puede ser árbitro sin haber sido jugador?
Sí, se puede. Hay un caso muy notorio que es uno de los mejores árbitros de la historia del arbitraje uruguayo. Jorge Larrionda, jamás jugó y fue de los mejores y hoy es de los mejores instructores a nivel mundial. Entiende muy bien el fútbol y jamás lo jugó. Después tenemos a Darío Ubríaco que fue jugador profesional, con una carrera espectacular dentro de América. Son los dos polos. Me parece importante que haya jugado, pero no es imprescindible. El haber jugado te da algo más, Larrionda es muy especial.

¿Y cómo fue que llegaste a enamorarte del arbitraje… que en un principio no te atraía?
Siempre lo comparo con una historia de amor, cuando conocés una chica. A veces empezás a salir con alguien sin pensar en el futuro, sólo por esa vez. Pero ya se ven de vuelta el fin de semana siguiente y después ya salen a bailar y la invitás a cenar y la relación se afianza un poquito más. El arbitraje me parece un poco lo mismo. Yo empecé probando… dije ta, voy a ver… ya me gustó el primero… al otro fin de semana ya me gustó un poquito más y le encontré otros encantos. Me parecía tan simple el arbitraje y resulta que no era así. Neceistás muchos factores, no sólo correr la cancha y conocer las reglas de juego. También pensar, interpretar, saber de fútbol. Y como esa chica que fue todo de a poco y la relación se fue afianzando, llega un momento que te acostás pensando en ella, te levantás pensando en ella. El arbitraje me llevó así… me fue enamorando de una forma… Hasta mi estilo de vida cambió. Estar prolijo estéticamente, cuidarte la silueta, estar bien vestido, ser puntual, respetuoso, amables, mirar a los ojos cuando se habla. Todo eso se necesita para ser árbitro y eso ya lo vuelco al lado humano… me enamoró, hoy por hoy no me imagino mi vida sin el arbitraje. Lo más lindo es la toma de decisiones constantes.

¿Tenés techo en esta profesión?
No, no tiene techo. A veces cuando ya no hay más nada para seguir en el camino que elegiste como que te estancás en esa zona de confort, pero en el arbitraje no pasa eso, siempre tenés algo más, como el mundial mayores. Si hacés el mundial mayores vas a querer hacer otro. Siempre tenés que esforzarte, perfeccionar el inglés, el portugués, para comunicarte por ejemplo. Estoy estudiando inglés por esto. También tenés una exigencia física importante, las de FIFA son cada vez mayores y los años pasan, el cuerpo se va volviendo más grande y hay que cuidarse en todo, desde las comidas hasta no dejar de entrenar. Yo entreno 4 veces a la semana más el partido. Y también debés descansar. El fútbol es cada vez más rápido y el árbitro debe estar a la par de los jugadores, no es sólo correr sino saber correr la cancha. El árbitro debe ir preparado a los partidos, sabiendo quién juega, si son rápidos, lentos, goleros adelantados, etc. También tenés que saber la tabla de posiciones. Y para que tu cabeza esté lúcida y tomés buenas decisiones, tus piernas te deben responder, porque si estás cansado no pensás bien. Por eso hay que entrenar a alta intensidad.

A nivel internacional recientemente tuviste un arbitraje VAR, y terminaste nada menos que en la final de la Libertadores más increíble que podía sucederse: Boca- River y en España… ¿Cómo viviste una experiencia que la palabra más acertada para describirla es “increíble”? ¿Y qué pensás sobre el sistema VAR?
Sobre el VAR pienso que es positivo. La tecnología ha llegado al fútbol y uno debe adaptarse. Hicimos un curso en agosto para árbitro VAR. Es algo muy loco. Un cambio de un momento a otro. Nuestros profesores nos vieron condiciones al equipo uruguayo y fuimos con un compañero Leodan González. Los dos tenemos la misma edad, somos árbitros internacionales y los dos queremos estar en los mejores partidos, podríamos decir que somos competencia y nos tocó estar en la cabina como árbitro VAR de Andrés Cuña. Y sin ninguna experiencia nos encontramos con 70 mil personas en Cruzeiro Boca, en un final tremendo, un partido definitorio y gracias a Dios nos fue muy bien. Fuimos a semifinales River-Gremio y una mano que vio sólo el VAR desde cabina cambia la historia y hace pasar a River a la final. Se vive una tensión y una adrenalina en la cabina muy especial. Uno está acostumbrado a la cancha, a correr, a buscar mejor ángulo, a mirar a los jugadores, a no ver. Me pareció siempre bueno el VAR. Es justo. La polémica en el fútbol siempre va a existir y el VAR lo hace más justo. Los jugadores van a seguir simulando golpes y penales, el VAR al árbitro nos da una segunda oportunidad, porque a veces una mala decisión nuestra no sólo deja afuera a un equipo, a una selección, sino que a uno le va mal en la carrera. Después que tomás una mala decisión a vos te evalúan y no te llaman más, ese partido lo perdés y después cuesta mucho enganchar y ganar una nueva designación. A mí siempre dame otra oportunidad para ver algo que me perdí porque no me dejó el ángulo de visión, o porque fue una mano que interpreté mal. Así que siempre dame el VAR, sos más justo con los dos equipos, con el fútbol en general y te salva a vos como árbitro.
Y la final de la Libertadores se dividió en dos etapas.
Fuimos designados para la segunda final de la Libertadores entre River-Boca en Buenos Aires, y se suspendió el partido por los problemas sociales que hubo. Primero la emoción y la alegría con la designación a una final así. Uno que ama esto, la cosa es impresionante. Tomar decisiones, ser partícipe de esa final estés donde estés es algo divino. Ver el monumental de Nuñez como estaba esa tarde el pasado 24 de noviembre, divina fiesta, fue espectacular. Pero pasó lo que pasó y creo que la mejor decisión fue la suspensión, no se podía jugar, los jugadores no estaban en condiciones. Hasta mismo el árbitro no tenía las mismas condiciones mentales, no estaba 100% concentrado con todo lo que había sucedido. Se suspendió para 24 horas después, fue bravísimo porque ya veníamos de estar concentrados en Paraguay y Buenos Aires. El grupo uruguayo hicimos un equipaso los tres que estaban en cancha y los 4 del VAR. El vínculo entre nosotros creció y nos unimos muchísimo. Con todas estas 3 finales que te conté. Nosotros ya nos queríamos venir, las familias preocupadas. Aunque les decíamos que estábamos bien pero con ese caos, esa guerra civil que se vivía en Buenos Aires era muy difícil no se preocuparan. Y en esas vueltas de la vida el 8 de diciembre viajando a Madrid para la final de la Libertadores. Llevándola lejos la final, los complicados, los violentos, no podían llegar. En Buenos Aires estaba muy peligroso. Más allá de ser un sueño visitar Madrid –era la primera vez que yo iba a Europa-, no hay otra palabra para todo esto que no sea increíble. Allá fuimos, pero a trabajar también obviamente, que la emoción no nos gane, porque íbamos a una definición de Copa. Increíble el lugar, increíble el momento de nuestras carreras. Un año espectacular. Dos días antes del partido no salimos del hotel, llegamos 5 días antes a prepararnos. Habían cambiado bastante jugadores. No salíamos del hotel, hablábamos sólo de fútbol, como se paran para atacar, defender, pelotas quietas, suplentes, todo, ningún detalle al azar. Nosotros también nos jugábamos mucho. También la coordinación entre el árbitro cancha y el VAR era muy importante, el de cancha sabe que tiene una segunda oportunidad y la comunicación entre los dos es fundamental. Muy clara debe ser. Hay mucho detalle, mucha charla que necesita muchas horas, días. Fue una experiencia única, inolvidable, que nos hizo crecer mucho como árbitros, a nivel profesional, pero también en lo humano, fue algo “increíble”.

¿Hacia el futuro, profesionalmente, qué planes tenés?
Llegar a arbitrar un mundial… para eso me estoy preparando! Es mi sueño mayor, ir a un Mundial de Selecciones.

🙂 C O M P A R T I R • H A C E • B I E N 😉