Piques para transformar tu estilo de vida.
Escribe: Favio Hernández. Mayo 2019.
La mayoría del presupuesto de las entidades prestadoras de salud está destinada al tratamiento de cinco problemáticas: el exceso de alcohol, tabaquismo, obesidad, estrés y falta de ejercicio físico. Si se analizan los aspectos que la gente quiere cambiar, veremos que la gran mayoría refiere a ciertos comportamientos que determinan resultados y desempeños en sus vidas. Aquí la paradoja es que solemos enfermarnos más seguido como consecuencia del estilo de vida que nosotros mismo elegimos y no por causas externas o genéticas.
A modo de ejemplo, tomemos a las personas que deben someterse a la realización de un by-pass coronario. Al salir de la operación, y para no regresar al dolor y los riesgos de ataque cardíaco y muerte, los doctores aconsejan modificar su estilo de vida y comportamientos. Está demostrado que el 90% no cambia su estilo de vida. Después de un tiempo cuando cesa el sufrimiento y el miedo a morir se diluye, regresan a los viejos hábitos. La gente se resiste al cambio, es parte de nuestra naturaleza. Esta conducta la explica de forma científica la neurociencia.
¿Entonces se puede cambiar? ¿Qué deberíamos hacer? Aquí comienza el verdadero problema.
Generalmente el que aconseja hacer deporte es un técnico en cirugía. No hay una derivación a un especialista en el tema que nos sepa orientar. Entramos en una nube de ofertas generalmente de deportes competitivos o de gran exigencia, que no se adaptan a las necesidades de nuestro cuerpo, tiempo, ambiente y motivación para realizarlo.
Hay una cosa muy de fondo que es la autoestima, generalmente empezamos a realizar deporte por un susto, pero ahora conocemos como funciona nuestro cerebro ante los miedos. La clave está en encontrar una de las ofertas que hay para hacer ejerció físico que sea placentera, como por ejemplo salir a caminar con el perro, bailar con la pareja, empezar a ir a realizar mandados o al trabajo en bicicleta. No es la obsesión del culto al cuerpo, ni la delgadez, ni la presión de una maratón o el gimnasio, tenemos que comenzar por cargar energía haciendo actividades físicas que nos agraden. Luego empezar a realizar ejercicio físico que es el complemento ideal, de lo que hacemos todos los días.
El concepto es ir adquiriendo hábitos de conductas que nos permitan sentirnos bien con nuestro cuerpo, con nuestros pensamientos y con el entorno que nos rodea. Empezar por ejercicio de alto impactos y de alta intensidad es un error, le estamos mandando señales a nuestro cerebro que esto es un sacrificio, se provoca incomodidad, el cuerpo actúa inmediatamente guiado por su autodefensa a realizar aquellas tareas que le implican un menor consumo de energía.
El proceso del cambio de hábitos es un camino que se construye para transitarlo durante toda la vida, tiene que marcar nuestra conducta. Para mejorar tu calidad de vida tenés que aceptar que el
proceso de cambio existe, que es posible. Pero es fundamental que entiendas que hay muchas cosas y aspectos durante el proceso que no podés apurar y controlar.
Si pretendés cambiar las cosas de manera inmediata, también vas a sufrir, te vas a sentir fuera de tu área de confort, lo que generará dudas, ansiedades y miedos, siendo las situaciones extremas las menos ideales para el cambio. Solo buscá los cambios en el día a día, utilizando tus energías en busca de motivaciones para seguir adelante.