Escribe: Roberto Soria. Octubre 2019.
Aprovechó unos días de licencia y sin comentárselo a nadie -menos a los de “la barra”-, fue a “probarse” porque en el club de sus amores precisaban un delantero “neto”.
Sin esperar el resultado, nadie mejor que uno para darse cuenta de cómo le salen las cosas, llegó cansado, con bronca, se tiró en la cama y en pocos segundos se quedó dormido. Una voz lo llamó muy bajito: _ “Patricio, Patricio… estoy aquí, al lado tuyo, soy el que te compraste en el Chuy hace dos años cuando fuimos en la excursión a beneficio de la Escuela 45. Patricio, ¿vos creés que yo no escucho, vos creés que yo no sufro?. ¿Vos creés que no me altero y festejo con los triunfos? Por eso ahora que con bronca me tiraste en un rincón, que hace no se cuánto las vendas y las medias están mojadas,m los zapatos llenos de barro, vos que los viernes antes de los partidos me limpiabas, me ponías algún “chiche” nuevo… Decime: ¿Tengo yo la culpa de los errores y los horrores que todos cometieron? ¿Tengo yo la culpa de los goles que se “comió” el golero? Tengo yo la culpa de los goles que erró el puntero? Anoche, cuando llegaste triste porque no te citaron “pal primero” y estuviste media hora con la mirada clavada en el suelo, yo te miraban y pensaba compañero ¿por qué no me cambiás el uso?. Limpiame cuanto antes, agarrá para las ocho horas, termo, mate, alguna buena milanesa, veremos los dos las cosas diferentes…
Reinarán en el laburo nuevas alegrías y cuando se arme “el picado” y cupes tu viejo puesto, sonreirás por los goles errados, por los “fules” hechos y yo me veré libre de estas humedades y de estos silencios. Volverán a lucirse mis cuatro colores y te prometo que en un rinconcito quedarán para siempre aquellas locas intenciones tuyas de que te citaran ‘pal primero’.”
Lo despertó el golpesito de la ventana. Estaba vestido. La de “40” iluminaba poco. ¿El bolso lo interrogaba? Salió a dar la vuelta de siempre. El quiosco, el boliche, los amigos, de última hora las noticias, dudaba… dudaba…: _ ¿Preguntaré? ¿No me tomarán el pelo?. No quiso tomar nada.
Al despedirse, al más “intelectual” de la barra le preguntó: _ ¿Vos creés en los sueños? No esperó contestación. Salió chiflando bajito. Dentro de pocas horas llegaba el lunes y había que “marcar tarjeta” temprano.