En tanto camino recorrido, la vida me permitió escuchar los asertos más diversos, curiosos y distintos.
“Creer en Dios es crearle”, decía Miguel de Unamuno. Entonces la realidad podría no ser más que un invento traicionero de nuestra imaginación. ¿Terrible, no? Si la realidad no la conocemos de forma clara y distinta ¿cómo cambiarla? Si no la cuestionamos ¿para qué cambiarla? me dijo en Buenos Aires una estudiante de Bellas Artes.
“Ya casi estamos” dijo el enterrador y volcó otra palada en la tumba. Nos empeñamos en cumplir con las tareas más tristes de la mejor manera, aunque como dijo el poeta: “Para enterrar a los muertos como debemos cualquiera sirve, cualquiera… menos un sepulturero”. (León Felipe). Los asuntos serios requieren esfuerzos inteligentes y conscientes. El trabajo de un autómata nunca suplirá al verdaderamente humano. Este comentario lo hizo una niña de unos diez años, junto a la tumba de un viejo chamán, en Bolivia.
“¡Cómo no va a saber de campo si heredó una estancia!”, afirmó convencido mi viejo amigo, cuando a su joven hijo lo revolcó contra el piso un caballo la primera vez que subió para recorrer “sus campos”. La herencia se fue al carajo, claro. Es uno de los primeros recuerdos que tengo de Uruguay.Escribe: Dara Kobamo. Mayo 2019.
El principio de Peter es de inexorable cumplimiento, afirma mientras revuelve el cafecito con el que culminamos un almuerzo en el Café de Paris de Ámsterdam. Memorables los ‘pappardelle’. “En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”. Porque con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones. Y el trabajo es realizado por aquellos empleados que no han alcanzado todavía su nivel de incompetencia. Si rige para un laburante cualquiera, cómo se aplicará para algunos políticos.
Como explicaba muy bien el Dalai Lama “Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada: Uno se llama ayer y el otro se llama mañana.” Por eso hay que hacer lo que se debe, cuando se puede –hoy-. Además, hacerlo bien. Por todo esto, no se pueden dejar tareas delicadas en manos de “especialistas”, ni de las “jerarquías” responsables.
El viento frío sacude los altos árboles. El Alerce es un árbol majestuoso, hay ejemplares de 4500 años, 50 metros de alto y con troncos de 4 metros de diámetro. Los mapuches son un pueblo orgulloso con los que pasé un largo invierno. Sí, el mundo es complejo y hasta indescifrable; cada vez es más indispensable actuar con sencillez y sentido común. Aunque “el sentido común sea el menos…”.
Mientras la sociedad siga escupiendo marginados, embruteciendo la sensibilidad de las mayorías y funcionando para disfrute, goce y beneficio de una ínfima minoría, la seguridad será una quimera, la justicia una utopía y la igualdad un sueño imposible. Pero es como dijo Chicharito: hay que imaginar cosas “chingonas” y cambiar la realidad.
Quizá por eso admiro tanto a Marx. Lo conocí en Los Ángeles, creo que fue en 1976 y lo traté poco tiempo. Marx falleció el 19 de agosto de 1977 de neumonía y fue incinerado; sus cenizas, tras ser robadas en 1982 y devueltas la misma noche siguen en el Eden Memorial Park (Mission Hills, California). No hay una lápida que diga «Disculpe que no me levante», pero dijo un montón de otras cosas bien interesantes. Su hubiera vivido en esta época sería ‘El rey del Twitter’. Entre otras, Julius Henry Marx (Groucho) dijo: “¡Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero… pero cuestan tanto!” Yo estaba con él cuando le dijo a una rubia platino “¿No es usted la señorita Smith, hija del banquero multimillonario Smith? ¿No? Perdone, por un momento pensé que me había enamorado de usted.” De alguna de sus afirmaciones me gustaría apropiarme.
“¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?” Y de un amigo común comentó sin clemencia: “Él puede parecer un idiota y actuar como un idiota. Pero no se deje engañar. Es realmente un idiota.”
Por la profundidad de su pensamiento hubiera sido un político de primera línea. Conceptos como “El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio, si puedes simular eso, lo has conseguido.” o “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”, quedarán para siempre como consejos imperecederos. Sostuvo que “Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente.” Algunos creían que era sólo uno más entre tantos; él refutaba: “Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros.” ¿Quién puede contradecirlo? “Sólo hay una forma de saber si un hombre es honesto: preguntárselo. Y si responde sí, entonces sabes que está corrupto.”
Fue un filósofo de enjundia. “Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre; y dentro del perro, probablemente, está demasiado oscuro para leer.”
En su legado hay pensamientos como: “Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna.” ¿Verdades de a puño?
Tenía claras algunas normas “Nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo.” Teníamos mucho en común: “Todo lo que soy se lo debo a mi bisabuelo, el viejo Cyrus Tecumseh Flywheel. Si aún viviera, el mundo entero hablaría de él. ¿Que por qué? Porque si estuviera vivo tendría ciento cuarenta años.” Para mi cumpleaños me mandó una tarjeta que decía “Si sigues cumpliendo años, acabarás muriéndote. Besos, Groucho.” Le contesté con sus propias palabras “Tengo la intención de vivir para siempre o morir en el intento.”