Nombre en homenaje a la docente Psic. Alba Fernández, fallecida en 2013, quien compilara artículos sobre la temática y deviniera en el libro homónimo al título de esta columna.
Escribe: Lic. Fabián Sierra.
Luchando contra los molinos de viento. Caminando hacia las montañas de Mordor para destruir el anillo Único. Componiendo la melodía de Let it Be. Protegiendo Ciudad Gótica. Peleando en la Guerra de Troya. Viajando en Motocicleta por Latinoamérica. Realizando travesuras en St. Petersburg antes de la guerra del Sur en los EEUU. Tomando mate en el Paraguay.
Pareciera que la amistad sea el vínculo que se ha mantenido idéntico a través de la historia de las relaciones humanas. Tanto la literatura, como la historia, el cine y todas las manifestaciones artísticas, han procurado mantener a la amistad como el combustible de las grandes hazañas de los héroes. Todos aquellos grandes logros de los próceres siempre estuvieron acompañados de una figura afable. El amigo, parece venir a personificar la imagen de la confianza y la franqueza. El amigo encarna la respuesta inmediata, representa aquella ayuda invaluable que aparece al simple llamado y que con su sola presencia, logra sonrisas y borra malestares. El amigo viene a figurar al hermano de sangre diferente.
Si sublime figura aquello que por su excelencia logra cautivarnos, la amistad será a todas luces calificada de este modo.
La amistad, que tantas veces ha salvado al mundo, que tantos abrazos ha forzado,, que tantas aventuras nos ha narrado, ¿Qué trae escondida? ¿Cuántas nuevas aventuras desea? ¿A que otros afectos ha decidido afiliarse?
EL CONCEPTO QUE AYUDARÁ A ENTENDER LO QUE SE PLANTEA: SUBLIMACIÓN.
La sublimación, es aquel proceso en el que el deseo que resulta insoportable para el sujeto -según los valores introyectados de la época que habite- se transforma en algo socialmente valorado. Generalmente se trata de obras artísticas o intelectuales; sin embargo la única condición excluyente es que el deseo que en su origen fue censurable, cobre un valor de gran estima para el común denominador de las personas.
Freud afirmó que inevitablemente, el destino del psicoanálisis sería siempre, irritar a los hombres. La indagación sobre el hermoso y tan valorado vínculo de la amistad, no conducirá a un puerto diferente que el de la irritabilidad.
Al hablar de amistad, hablamos probablemente del único tipo de relación humana que no está intermediado por la ley de forma alguna. Hablamos también del único vínculo visible y duradero en todas las culturas desde las edades más tempranas hasta el momento mismo de perecer.
La amistad, al igual que muchos de los vínculos que las personas mantienen, necesita para su existencia de la intervención del deseo. Pero en la amistad, es particularmente correcto hablar de deseo y no de necesidad; no es imperioso mantener vínculos de amistad para poder subsistir (en términos biológicos).
En deseo modulará la búsqueda y la manutención de las amistades, pero además, en estos procesos interferirá el mecanismo de identificación, mediante el cual, el sujeto asimilará aspectos, propiedades o cualidad del otro, para transformarse tomando a este otro como modelo. De esta forma es que el niño se aproxima a su compañero de juego, el adolescente a quien adolece a su manera y el adulto se aproxima a aquel con quien comparte ideas, proyectos, etc.
Por lo que se ha dicho en estas páginas hasta el momento, no hay mucho que diferencie a la amistad de otras vinculaciones amorosas en las que participa el deseo, así que quizás convenga comenzar a diferenciar estos vínculos.
ENTRE EROS Y PHILIA.
El enamoramiento propiamente hablando, fue asociado por Platón en “El Banquete” al concepto de EROS. Según Platón, Eros era el dios primordial responsable de la atracción sexual, el sexo y el amor. Según el filósofo en cuestión, y a diferencia de los mitos precedentes sobre la concepción de Eros, el dios fue concebido por Poros (dios de la abundancia) y por Penia (daimon que personifica la pobreza y la necesidad) en el cumpleaños de Afrodita, explicando así, todos los componentes del amor. A diferencia del enamoramiento, la amistad no busca ese contacto cuerpo a cuerpo, pero no rompe con la ligazón característica del Eros, sino que busca esas uniones en ideales comunes, proyectos. En la “Ética a Nicómaco”, Aristóteles denomina este tipo de vínculo como PHILIA, refiriéndose con él al amor fraterno, la amistad y el afecto. Los ejemplos que Aristóteles da de Philia son: amigos de toda la vida, ciudadanos, contactos políticos o de negocios, padres e hijos, compañeros de viaje y soldados.
Eros y Philia se nutren de la misma energía: la proveniente del deseo. Entonces, en este punto se hace necesaria la pregunta: ¿Por qué en ambos casos, el sujeto no encuentra, ni busca lo mismo? ¿Por qué existen por un lado las vinculaciones sexualizadas (o eróticas) y por otro lado, las vinculaciones no sexualizadas (des-sexualizadas o filiares)?
Dice Freud: “…todos los sentimientos de simpatía, amistad, confianza, etc., que entrañamos en la vida, se hallan genéticamente enlazados con la sexualidad, y que por muy puros y asexuales que nos los representemos en nuestra autopercepción consciente, proceden de deseos sexuales, habiendo surgido de ellos por debilitación del fin sexual” . Pero once años más tarde, complementa: “Las pulsiones sociales pertenecen a una clase de mociones pulsionales que todavía no hace falta llamar , aunque se aproximen a estas. (…) A esta clase pertenecen, sobre todo, los vínculos de ternura – plenamente sexuales en su origen – entre padres e hijos, los sentimientos de la amistad y los lazos afectivos en el matrimonio – que proceden de una inclinación sexual–“. Con este agregado, Freud indica que si bien el motor es siempre pulsional, en algunos vínculos, la meta está inhibida.
El vínculo desexualizado entre personas de diferente sexo, tiene una impronta tal en nuestro tiempo, que hace que los fines eróticos sean inhibidos y en su lugar se expongan fines más justipreciados, por ejemplo la cooperación hacia metas comunes o los ideales hermanados. En nuestra sociedad, la heterosexualidad es la orientación sexual mayormente valorada y es un parámetro de normalidad (aunque con un progresivo deterioramiento de estas posturas y una tendencia hacia la aceptación de la diversidad, fruto del constante y resiliente trabajo de instituciones y agrupaciones). Espichando esta idea tan naturalizada es que, junto con otras conclusiones, el psicoanálisis logrará irritar a los humanos. La sublimación desexualizará al otro y encontrará un proveedor de un comportamiento “normal”, basado en los parámetros moderno- occidentales de normalidad. Ciertamente, la sociedad occidental valora la vertiente heterosexual sobre otras disidencias, sin embargo, en las comunidades religiosas (al menos en las tres grandes religiones monoteístas) esta vertiente es aún más estimada, siendo la vertiente homosexual legítimamente punible. Esto lleva a que la moral y la ética censuren el deseo, y sea también la cooperación, los gustos y los ideales los que hermanan a las personas. Si digo “fútbol”, ¿se hace necesario otro ejemplo?
Casi todos los escritores psicoanalistas, al hablar de sublimación, piensan el nuevo objeto de la pulsión – el no sexual – concomitantemente al mundo de lo estético y a un mundo docto. Yo propongo incluir en el proceso el mundo de los vínculos desexualizados, como la amistad. Fácilmente se puede escuchar en las aulas psicoanalíticas decir que da Vinci fue un gran sublimador, también sublimó Mozart, sublimó Einstein, Tolkien, Burton, Kubrick, Cortázar, Margot Fonteyn, el propio Freud sublimó. Subliman los niños cuando están cuatro o más horas sentados en su banca escuchando a su maestra diariamente… Subliman con sus obras pintores, músicos, científicos, escritores, cineastas, bailarines, pero también… subliman amigos. Un Eros, vestido de Philia.
La amistad, esa Philia hermosa que tantos ejemplos nos ha dado, podríamos desembrollarla y descubrir en ella un Eros destituido, pero no tenemos suficientes herramientas para decir que es esto lo que vehiculiza el 100% de los vínculos. Freud afirmó que el deseo, sea por vía de la sublimación o de pulsiones de meta inhibida, es satisfecho.
Solo resta la pregunta: más allá de la curiosidad docta, ¿importa saber el núcleo más profundo de la amistad, para disfrutar de ese vínculo de risas y remedios, para reunirnos alrededor del fuego, o de un juego de caja o para tener charlas y brindis, si nada de esto nos está conflictuando?