El actor Jorge Esmoris recorre el país con su espectáculo “Esmoris Presidente”, una parodia electoral en tiempos de elecciones, y bajo el lema: “Para volver a volver 2020”. CON SENTIDO charló con él de campañas, arte, humor, uruguayez, disrupción, caos, esperanza, desesperación. Sueños realizados y de los otros… De Ser humano.
Entrevista: Mariana Rabinovich. Noviembre 2019.
¿De qué va el espectáculo Esmoris Presidente?
-Es un candidato que ya va por su quinta campaña, como él dice. Como Beethoven, pero la quinta política, no sinfónica. Es muy particular, habla de él, en su discurso no hay referencias a nadie, no hay un apellido, no hay el nombre de otro partido, no hay el de otro país, apenas se nombra al Uruguay. Tiene su proyecto, un plan de gobierno, y lo defiende a capa y espada.
Estás solo en el escenario. Escribiste y dirigís vos… ¿Eso funciona?
–Sí, sí, achico costos.
¿Es humor solamente, o expresás algún mensaje particular?
–El humor, o por lo menos lo que yo intento hacer, que me puede salir o no, no son chistes, yo no soy un contador de chistes, es una técnica que no tengo depurada del todo. Me lleva mucho tiempo… Hago historias que tienen un remate que puede ser humorístico, pero no soy del chiste, tampoco político.
¿Por qué elegiste hacer un candidato? ¿Para contar qué cosas?
–Para contar cosas que tengan que ver con la política, pero también con las expectativas de la gente. Porque en esto de las elecciones hay dos, está el elegido y los que eligen. Y los que eligen generalmente siempre cuestionan a los elegidos. Entonces es como una relación sadomasoquista, igual a “pegame que me gusta”, sería “mentime que lo necesito”. Porque todos nosotros nos quejamos de que los políticos mienten, ponemos a todos en una misma bolsa. Pero siempre la pregunta que me he hecho es si alguien votaría a un político que dijese la verdad. Yo creo que ni él se vota, porque primero, ¿qué es la verdad? La única verdad que se me ocurre, es que un candidato tendría que salir a decir “miren compatriotas, hay muchas cosas que no dependen de nosotros y no sabemos muy bien qué vamos a hacer cuando aparezcan”. Eso sería una verdad, porque la inmensa mayoría de las cosas depende de lo que pasa en Brasil, en la Argentina… Eso es una verdad, pero nadie puede salir a decir la verdad.
A Mujica le compraron ese discurso. La gente votó convencida que decía la verdad, que era honesto.
–Puede ser. Pero yo creo que también Mujica montó un personaje. De alguna manera viene a este terreno, es un personaje. Está José Mujica y está el Pepe Mujica. Yo no sé si en el exterior es Pepe o es José Mujica. Entonces el tema es ese, que para mí es cómo yo tomo el candidato, en un año muy cargado desde el punto de vista político, donde todo es muy tenso.
¿Cómo definís tu humor? ¿Absurdo, realista?
-A veces absurdo, a veces surrealista, naif, a veces negro, depende del área. Yo no concibo el humor sin una mirada filosófica o reflexiva. Para mí hay algo que está por encima del humor, que es el sentido del humor. Es decir, a mí que la gente no se ría cada treinta segundos no me preocupa.
Como Les Luthiers…
–Sí, con Les Luthiers no te reís cada treinta segundos. Necesitás que le gente haga un viaje. De repente en un espectáculo de una hora, contaste quinientos chistes, vos salís, te fuiste a tomar un café y te acordás de uno o dos chistes, y en un espectáculo capaz que uno se acuerda no de algo en particular, sino de todo un momento que vivió. Y además hay como una lectura de dos cosas, una es que como un tema la política es serio, y más en un año electoral; un gobierno, es algo serio para el país. Pero no estoy de acuerdo en que se les va la vida en esto, porque cambie el gobierno o porque siga el mismo.
¿Y en el caso de Brasil con Bolsonaro?
Se le fue la vida al animal que vivía en la Amazonia, a ese sí. Estamos hablando de energúmenos. Ahí tenés la gran paradoja, esos energúmenos que los vota gente que capaz que es más energúemena que ellos. Entonces, me parece que es un momento, primero, para poder reírnos, celebrar – yo viví momentos en que directamente no se votaba-. Celebrar que la gente tiene la oportunidad de decidir cosas, de votar. Eso ya de por sí es un acto para celebrar. Y bueno, yo lo celebro de esa manera.
Es una forma buenísima de acercar la realidad, de canalizarla, de criticarla, de transmitirla…
–Nunca vas a ver a un dictador, a un energúmeno, aceptar el humor, puede aceptar un montón de cosas, hasta que le digan que es un dictador, pero que se rían de él o que se rían de las cosas que él hace, eso no lo va a aceptar. Porque claro, el humor permite por ejemplo que vos te imagines al Papa haciendo caca… nunca lo pensás eso. El humor te hace pensar en eso, es un ser humano que hace caca, no es un enviado de, un delegado de, el embajador de, el representante de, no, es un ser que se caga como vos. Hitler también fue un tipo que hizo caca como vos, todos largamos lo mismo, todos tenemos lo mismo adentro. Entonces, el humor es justiciero. Cosas que la justicia no puede condenar por falta de pruebas, el humor sí, no necesita pruebas, necesita un poco de sentido del humor, que es lo más parecido, para mí, al sentido común.
¿Vos te sentís más actor, más murguero, las dos cosas, otra cosa…?
–Yo soy actor. Todo lo que yo hice, el tronco era la actuación; desde el programa de radio que hice. Era un programa de radio muy particular porque era todo muy libretado, era como las radios de otras épocas, las que yo ni siquiera escuché, pero se basaban mucho en los guiones de los textos. La publicidad, que yo a veces hago, la tomo como un actor; bueno, el cine obviamente, la ficción en televisión. La televisión en la que estuve fue como ficción, no entretenimiento. Soy un actor.