Cuando las ideas no fluyen, puede ser una buena inspiración la Wikipedia y otras fuentes que Google pone a nuestro alcance. Con palabras prestadas acometo entonces el intento de escribir algo Con Sentido.
Por: David Rabinovich. Setiembre – Octubre 2019.
En la Revolución Francesa (1789- 1799) los ‘Girondinos’ quedaron enfrentados a los ‘Jacobinos’. Los girondinos representaron a la alta burguesía y querían evitar una mayor participación de los trabajadores urbanos y rurales en la política. Los jacobinos se formaron con la burguesía inferior y la porción pobre de la población, proponiendo una mayor participación popular en el gobierno. La realeza había sido derrotada y guillotinada, el clero había perdido casi por completo su enorme poder. Pero ¿dónde estaban las clases medias en la Revolución que inicia la Época Moderna?
Fue durante la Revolución francesa que comenzó a usarse la ubicación en el espectro político, denominando droite (“derecha”) a los partidarios de conservar el estado previo de la organización política, social y económica (el Antiguo Régimen) y gauche (“izquierda”) a los partidarios de transformaciones rápidas, radicales y violentas (la Revolución). Ese uso deriva del hecho de que en la reunión de la Asamblea Nacional del 28 de agosto de 1789, cuando se debatían las funciones que se reservaban al rey en la monarquía del Nuevo Régimen, los partidarios de dotarle de poderes decisorios (a través del veto) se sentaron a la derecha, y los contrarios se sentaron a la izquierda. La Wikipedia no me cuenta que en el centro hubiese algo.
Parece que antes, en grandes asambleas, se ubicaba la nobleza a la izquierda del rey, el clero a la derecha y al llamado ‘Tercer Estado’ de frente. Los diputados más radicales se sentaban en la zona superior; eran llamados la Montaigne (“la Montaña”) o montagnards (“montañeses”).
Aunque la Montaña se apoyaba en las clases medias (burguesía urbana de comerciantes, industriales y profesiones liberales) y bajas (los llamados sans culottes (“sin calzones”) cabe aclarar que, en aquellas turbulentas épocas, ni los campesinos ni la gente pobre de las ciudades consideraba siquiera presentarse para ocupar un cargo en las Asambleas. A la mayoría de los diputados del tercer estado (unos cuatrocientos), que se sentaban en la parte baja de la cámara, cuya postura política no estaba determinada y oscilaban entre jacobinos y girondinos, se les denominaba la Plaine o la Marais (“la Llanura” o “el Pantano”).
¡Acá está el ‘centro’ político! No podía faltar, claro. Ya en aquel magma cívico parece que izquierdas y derechas se disputaban los favores del centro, intentado volcar las posturas del medio hacia alguno de los extremos que a veces iba para un lado, otras hacia el contrario.
El término medio, en una de sus acepciones más comunes, representa la mitad de algo. También está en el medio -como jueves en medio de la semana- quien está siempre estorbando o en el lugar más inoportuno. A pesar de ello, en política muchos prefieran definirse como de centro, lo que significa estar en el medio precisamente. Aunque ser mediocre no es una virtud y no está bueno ser medio inteligente o medio honrado.
En ciencia política, se conoce por centro al conjunto de partidos, políticas e ideologías que se caracteriza por considerarse a sí misma intermedias en el espectro político, en cierta medida equidistantes a posiciones tanto de derecha como de izquierda. Dante, en su Divina Comedia, deja fuera del infierno aquellos que nunca se comprometieron, las almas de quienes jamás hicieron algo bueno o malo no tienen lugar en el paraíso ni en el purgatorio, ni siquiera en el infierno.
Tengamos en cuenta que el poema se inicia el viernes santo de 1300. Estas almas que no están en el Infierno ni fuera de este, en las orillas del Aqueronte tienen su castigo en perseguir eternamente una bandera en blanco mientras son atacados por abejas y avispas que continuamente los pican, mientras gusanos y otros insectos succionan su sangre y lágrimas. Este castigo se debe a que en vida no fueron capaces de embanderarse con ninguna causa; ahora deben correr detrás de un estandarte vacío acicateados por un suplicio continuo. Ya hace más de 500 años que Dante así lo describió.
Imagen: Alonso Cano.