Por Nancy Banchero, Directora de “El Eco”. Mayo 2019.
El Molino Palmira.
Fue “el mejor”. Cerró bajo el argumento de “baja” o “falta de rentabilidad”. El dueño del histórico molino Nueva Palmira, Gabriel Flom, nunca dio la cara, siempre estuvo representado por un abogado. No aceptó ninguna propuesta de los trabajadores y el 27 de marzo notificó el cierre indeclinable. Hoy es una tapera.
Cincuenta personas entre trabajadores directos y tercerizados a fines de octubre 2018 fueron enviados -sin previo aviso- al seguro de paro por “4 meses”. Se cumplió el plazo y les otorgó licencia, hasta que el 27 de marzo fueron despedidos. A la empresa no le importó ni siquiera los trabajadores que estuvieron más de 20 años en esa fábrica, ni los que con más de 50 años de edad quedaron en la calle sin poderse jubilar.
El molino (Cúneo y Felipe Fontana) fue fundado en 1880 por Felipe Fontana. El 2 de agosto de 1929, sufrió un incendio y se paralizó hasta 1942 y desde entonces no paró (salvo algunos meses) hasta su cierre definitivo en marzo.
El Molino llegó a tener muelle propio, barcos para el transporte de su producción y fue el primero del país en automatizarse.
Mientras en estos tiempos los restantes molinos del país van mejorando sus actividades, el de Nueva Palmira cerró. Citamos como ejemplo el de San José, que en su labor ascendente, adquirió también el de Dolores.
Flom tiene varias empresas vinculadas a la producción agropecuaria e industrias, el molino era un pequeño eslabón. Heredó la fábrica de su padre Alejandro Flom, un hombre que amaba el molino. Poco tiempo después de su retiro, su hijo paralizó las máquinas dejando en estado de abandono tanto el edificio como la maquinaria.
Cada trabajador que pierde su fuente de ingreso, cada trabajador que enfrenta la reducción salarial es quien sufre, y mucho, las consecuencias. Pero también repercute en el sector comercial aunque muchas veces el mismo mire con indiferencia lo que sufren otros, porque no tiene presente que quienes entran a su comercio, quienes gastan mayormente en el medio donde viven son los empleados, no los empresarios.