Una tarde no tan fría de mediados de julio nos citamos con Yamandú Cardozo, Director de la Murga ‘Agarrate Catalina’, para hacerle una entrevista sobre su vida, en el precioso Café del Teatro. Lugar mágico el de la esquina de 18 y 25, de lo más acogedor de la ciudad de San José de Mayo. Es el entorno ideal para una conversación medio íntima, medio profesional. Sin apuro, sin vueltas, alegre y distendida transcurrió la charla, acompañados por momentos de amigos como Mauro, Robertito y Gabriela.
El contenido es tan extenso y rico, que publicaremos la mitad ahora, y la otra, en los próximos días.Mariana Rabinovich López entrevista a Yamandú Cardozo. Julio – Agosto 2019.
Una pequeña autobiografía, Yamandú, nos gustaría que hicieras. Contá vos libremente lo que quieras de tu niñez, los orígenes que te llevaron a ser el hombre que sos ahora.
Bueno… supongo que si lo que soy tiene que ver con lo que fui, lo bueno tiene que ver con mis viejos, con mi entorno y con sus convicciones acerca del mundo y de la justicia, del mundo ideal que persiguieron durante años. Todo lo malo tiene que ver conmigo directamente (risas) Mis viejos toda la vida laburaron para lo social, para otras y para otros. Muchos laburos, desde que tengo memoria los dos con una búsqueda permanente desde la Fe, desde la espiritualidad. Mi viejo es pastor metodista, bachiller en teología y estudioso de las religiones. Muy defensor de las búsquedas, admirador de la teología de la liberación, muy de leer entrelineas, de darle pelea al marketing religioso desde siempre establecido, de leernos a nosotros cosas que no eran las comunes ni corrientes. Mi vieja es maestra, también una persona de Fe. La recuerdo laburando desde siempre en asentamientos y en guarderías, jardines de infantes, siempre para el colectivo. Yo supongo que en nuestra búsqueda artística está un poco la continuación de su lucha por el ejercicio de la solidaridad y mi desesperación por lo colectivo un poco debe nacer de ahí.
¿Dónde se encuentran las semillas del grupo artístico que crearon con tus hermanos? Trasuntan una mezcla de angustias y alegrías… ¿qué marcó esos comienzos, además del camino señalado por tus padres?
Bueno, el primero que comenzó con esta historia fue Tabaré. Con lo que iba a ser finalmente la prehistoria de `La Catalina`, su raíz, oculta y subterránea hasta que eclosionó en mi la necesidad de hacer una murga. Mi hermano tuvo su murga de niños desde los seis a los catorce años. La primer murga que se escuchó en casa fue ‘ La Soberana’ , en un disco que tenía mi abuelo materno. En los años 70 ya era un peligro tener ese disco, cuanto más escucharlo. Tabaré lo escuchaba en una especie de vitrolita casera que había hecho mi abuelo con un alfiler y un parlantecito de papel para poder escucharlo bajito…
Una casa musical la de los Cardozo.
Sí! Mucha música. Mi viejo es cantor y guitarrero para acompañarse, a los ponchazos, un gran cantor amateur en todos los sentidos de la palabra. En casa de mi abuela materna, Chichita, donde nacimos y vivimos, se escuchaba música todo el día. También tenemos dos tíos abuelos compositores y cantantes de tango, entonces la música siempre andaba en la vuelta. Los que no eran muy murgueros mis viejos, consumían murgas por lo social y por el momento que se vivía, murgas ideológicas.
¿Algún motivo para llamarte a vos Yamandú y a tu hermano Tabaré? Creo haber leído que el tercer hermano, Martín, también casi casi tuvo nombre “indígena”.
Mi vieja siempre decía que esos nombres tenían que ver con lo musical, que Tabaré y Yamandú tenían música y que le gustaba como sonaba al decirlos y que le iba a gustar a ella llamarnos así. Después Martín nació en 1981, habían pensado en ponerle Amarú por Tupac Amarú, pero no se podía, no había manera de eso. Mi vieja pensó otros nombres nativos, pero de los que conocía le parecía que eran para nombrar personas y no lugares. Así que lo llamaron Martín por una historia muy linda ocurrida con una persona que conocían. Igual algo de lo étnico hay, sí, lo hay, lo tenemos en la sangre parece.
¿Te definís artista, murguero, murguista, músico?
Murguista! (responde rápidamente).
¿Qué es ser murguista? ¿Es tu profesión?
Sí, es una vocación que se empezó a transformar en profesión. Vivo de eso en los dos sentidos, es mi trabajo más sostenido, el que me remunera y da estabilidad con lo que implica ser un artista popular. Pero sí, vivo de eso porque si no me muero, me seco de soledad si no estoy en una murga, si no le escribo… Es una vocación que se encontró cuando empezamos a tirar del piolín del juego. A mí siempre me encantó lo que pasaba con las murgas en las que estaba mi hermano, desde esa de niños, hasta la primera vez que lo llamaron para ingresar a `Falta y Resto` en el 94´, que fui de utilero. Después lo seguí a `Contrafarsa`, también lo acompañé en `La Eterna Madrugada` y en `La Clarinada` como utilero. A partir de ahí comencé a conocer pila de gente, chiquilines y chiqulinas que andaban atrás de esas murgas nuevas.
¿Tu entrada `oficial` en las murgas fue en Falta y Resto?
Sí. Tenía 17 años y era lo más maravilloso que me podía pasar ser parte de la Falta y Resto.
¿Qué fuiste primero: actor, cantante o escritor?
Creería que fui letrista de murgas. Salté de ser utilero a letrista, porque empecé a escribir con Tabaré en casa. Él se ve que notó que tenía esa necesidad y esas ganas y comenzó pidiendo que lo ayudara cuando en realidad lo que hacía era guiarme, ayudarme. Me cuidaba el orgullo. Después de hacer entonces de utilero en las primeras murgas, me di cuenta que estaba como en el mismo chiquilina y era el amigo. Un lugar divino y horroroso, para alguien que tenía otras pretensiones. Al principio no tuve ningún valor para plantearles a esas murgas mi amor, que quería algo más que ser utilero, que esto que estamos teniendo murga querida. Tabaré me dijo: -¿Querés probarte? Y yo obvio que quería, pero no me animé de ninguna manera, la manera más maravillosa que tuve de enmendar mi cobardía fue armar mi propia murga. Porque ahí no me podían echar, tenía la victoria asegurada, nadie me podría decir que no, si la armaba yo. Junté amigos y amigas con los que había compartido en las otras murgas. Me había dado cuenta que necesitaba también estar del otro lado, no sólo escribir o cargando los trajes, monitores y micrófonos. Quería estar, actuar. Había actuado con mis hermanos en una obra de Teatro que hicimos en el 96: Los fantásticos Cardozo Brothers. Me fui dando cuenta que podía actuar y también cantar ene l coro, sin tener grandes responsabilidades solistas o vocales. Me gustaba, disfrutaba y lo podía hacer bien para nuestros standares.
Y así te diste cuenta que habías encontrado `tu lugar en el mundo`… tu función…
Y así me di cuenta que había encontrado mi lugar para entender un montón de cosas desde mi vocación de juntar gente, de mi vocación. Me hace feliz, me hace más fuerte, me hace más listo, más valiente. Todo eso, lo entendí después, es como un superpoder, como un turbo, una pastillita que te tomás y sos todo eso junto. Al principio sentí eso, me escuchaban, conectaba, vencía la timidez, disfrutaba todo. Por eso el comportamiento de adicto, lo que estoy describiendo parece una adicción más que una disciplina artística.
¿El secreto de tu forma de escribir? ¿Cómo lográs que los demás sintamos y te entendamos con el alma?
Yo siempre voy a escribir, pero en un principio no sabía que me ayudaba tanto y me hacía tanto bien. Hasta 2008 nunca había escrito algo que no fuera la murga, porque escribía todo lo que sentía, lo que quería decir, estaba con ese noviazgo reciente y lo volcaba ahí. En 2008 cuando fui a ver a mi abuela a la casa de salud a donde habíamos decidido internarla hacía muy poquito, sufría de alzahimar. El misterio de esa enfermedad rarísima y el misterio ya de las cabezas, de sus 8 nietos y familia más cercana, mi abuela Chichita –la dueña de la casa donde vivíamos, la señora feudal de nuestra infancia-, era a mí al único que reconocía. Al último que reconoció. Ella era a rajatabla socialista, ecuánime con su reparto de cariño, no tenía favoritos y lo cumplía, pero misterios del cerebro sólo me reconocía a mi. Un día, fui a verla y conversábamos como siempre y cuando me estaba yendo, ella le preguntó a la señora que la cuidaba: -¿Y este quién es?. Me caí todo por dentro, seguí caminando y llegué ami casa llorando y escribí “La niebla”, una prosita sobre el Alzahaimer. Lo hice como para hacer algo más además de llorar, como en las películas de los cowboy cuando se echan whisky en la herida. Para sanar, lo necesité. Fue como si escupiera todo eso y lo guardé, no lo leí por un tiempo y después se lo mostré a Victoria, mi compañera y después a Tabaré y después a mi madre. Cuando se lo mostré a Tabaré, él corrió la silla y se tiró al piso a llorar, se cayó. Me dijo que él no sabía que sentía eso y que lo que había leído era exactamente lo que le pasaba a él con la abuela. Y lo guardamos. Fue lo primero que escribí por una necesidad mía y no pensando en la murga. Cuando fuimos a hacer `los viejos` en 2008, Tabaré pensó que servía. Como era una prosa poética tenía que recitarlo yo, duraba un par de minutos, no parecía muy carnavalero pero lo hicimos y fue increíble. En los ensayos sentíamos que a la gente le tocábamos unas cosas extrañas o le anudábamos cosas que no desatábamos. Tabaré me dijo, con su visión muy acertada de las cosas: `hermanito, tenemos que solucionar este nudo. Una canción que vaya desde la ternura y solucione esto. Lo tenés que hacer vos`. Use la música de unos amigos y así se abrió esa compuerta de escribir sin pensar directamente en la murga. Escribo prositas poéticas cuando algo me llama… Me gusta mucho decir lo que escribo… Salvando las distancias insalvables de quien es un poeta realmente, es como Guitarra Negra. La música como sostén y parte orgánica del texto, y el texto dicho.
¿Tu hogar lo compartís con…?
En casa comparto la vida desde hace 18 años con Victoria, que es profe de Literatura, próximamente correctora de estilo y una lectora muy aguda. Es como mi dealer de lectura nueva y cosas maravillosas que va descubriendo y estoy muy conectado con eso. El otro día en una entrevista ping pong, me preguntaron por un hobbie. Iba a contestar la lectura y me di cuenta que no. La lectura es algo que uno hace por cierto placer y distracción. La lectura es un artículo de primera necesidad en mi caso y en mi casa. No pude contestar la pregunta del hobbie.
¿Referentes musicales?
Absolutos y totales Zitarrosa y el Sabalero. Me gusta también dibujar y los tatuajes. No tengo ninguno por miedo a mi comportamiento adictivo, tengo miedo de hacerme una rayita y tatuarme todo el cuerpo. Me pongo hacer un dibujo y dibujo toda la hoja, me engolosino. También no me he tatuado porque mis viejos vivieron un tiempo en la clandestinidad, y las marcas en el cuerpo que te pudieran identificar no era buena idea. Si me hiciera un tatuaje serían: Zitarrosa y el Sabalero. También el tango me encanta, Discépolo. Y Sabina. Tabaré Rivero acá con el rock.
Tienen actualmente el espectáculo ´Defensores de Causas Perdidas´ que presentan en San José. Pero han recorrido y recorren el mundo. ¿Cómo hacen para que se les entienda? ¿Cómo estuvieron en China e hicieron reír a los Chinos? ¿Cuál es el click que apretan para llevar al mundo la idiosincrasia uruguaya, desde la murga?
Con una desesperación por comunicar que la murga tiene, que tiene el género. Yo siento que el género es un intento desesperado de agarrarte de donde pueda con alguno de esos múltiples anzuelos para engancharte desde algún lugar. El espectáculo le tiene que buscar la vuelta y quien acude, el público, tiene que acercarse con la guardia baja y el corazón abierto. La murga es un intento desesperado por comunicar y desde su desesperación, exageración, sus trajes, canto a los gritos, su sobreactuación te quiere agarrar. Nosotros hicimos una reproducción de ese sistema desde los textos, sin pasteurizar nada, lo que hicimos fue subtitular. Fuimos a ver una ópera y dijimos: queremos eso. Una pantalla que subtitule y nos reunimos 6 meses con traductores al chino, al japonés, ruso, árabe, noruego, portugués, inglés, alemán. Fue una maravilla experimentar como se veía del otro lado la creación nuestra. Impresionante. Aquello del traductor que te tiene que traicionar para serte fiel, que romper la literalidad y a veces la rima, para que se pueda entender. El traductor de japonés me mató, me emocionó, porque me dijo que quería agarrar el corazón de la metáfora. Quería entender todo. Cuando vos decís “ángel de barro”, es “niño pobre”. Sí! Un viaje… Me maravillan los escritores que pueden traducir sus propias obras… Así que se trata de hacer una obra que primero se entienda en nuestro barrio y después sí, adaptándola al cimiento emocional de otras culturas. A partir de ahí, armamos el espectáculo que sea más abrazable, más universal, sin que deje de ser murga. Incluso algunos diálogos los pasamos a un lenguaje inventado, como el de los payasos de los circos… Nuestros espectáculos se apoyan mucho más en el bicho humano relacionándose, que en la coyuntura inmediata, eso nos permite una cierta universalidad que no es estrategia, es necesidad.