De grietas y otros desamores
“La primera ministra de Finlandia defiende con emoción su derecho a la ‘alegría’ y el ‘placer´”, titula el diario español Tiempo. Agrega: “Sanna Marin ha sido el foco de una campaña de acoso y derribo llena de comentarios machistas por divertirse y bailar en su tiempo libre.”
Por: David Rabinovich
Hay que ser serios y responsables. Sin duda –como en muchas otras cosas- en política hay que ser serio y responsable. Pero si comenzamos un intercambio con esa afirmación alguien está siendo advertido que sus ideas no son serias y/o que sus propuestas son irresponsables. A partir de allí no hay diálogo posible. A la joven ministra de Finlandia la critican por bailar y divertirse en su tiempo libre. Para quienes el perfil de primer ministro corresponde a los ‘Churchill’ del mundo, las ‘Sannas’ y los ‘Boric’ representan una cosa molesta. La política -en gran medida- se fundamenta en campañas de destrucción personal. ¿Será que todo vale? Las mentiras desvergonzadas de la derecha chilena contra el proyecto de nueva constitución o filtrar un par de videos de una fiesta donde estaba la primera ministra como en Finlandia, simplemente divirtiéndose. Sí, claro que estos asuntos son opinables. Pero que las ‘fake news’
y el lawfare cambian las reglas del juego y claramente son una amenaza para las democracias: ¿es aceptado como parte de la realidad? De la virulencia a la violencia, hay una corta distancia.
Aunque no me parezcan serios y responsables, los líderes de estas nuevas derechas tienen niveles de apoyo popular (medido en votos) que resultan de difícil comprensión. En muchos países son gobierno, en otros lo fueron y en todas las ocasiones en que tuvieron en sus manos
la administración de la cosa pública, los resultados fueron terribles para las grandes masas de desposeídos. Las derechas parecen crecer hasta en escenarios que les son desfavorables como en Brasil, Chile, Argentina. Conservan más de una cuarta parte de los votos por lo menos. Pero hay que decir que son derechas extremas, linderas con el fascismo, ultraconservadoras y violentamente reaccionarias.
La nueva política. Cuando estés picando en el trampolín –antes de tirarte- no olvides mirar si tenés agua abajo. La prudencia tiene muy buena prensa y a las izquierdas se les viene convenciendo que, para cambiar el mundo, hay que tener paciencia. No imaginación y audacia:
paciencia y moderación. Aunque contemplar las mayorías centristas, poco atraídas por cambios radicales, desnaturalice en su esencia a las corrientes ‘progresistas’. En Chile la izquierda posible fue la Concertación, prácticamente desaparecida desde el punto de vista
electoral. Hoy son los que salieron a la calle a protestar hace bien pocos años. Pero en Brasil el viejo líder obrero se puso una vez más al hombro la tarea de rescatar a su país del pantano pestilente en el que lo metió Bolsonaro (gracias a Moro). En Argentina el incomprensible peronismo que lo mismo puede ser de derechas que de izquierdas, piquetero, obrero y menemista, se enfrenta a una dura prueba. ¿CFK es la izquierda frente a Macri y el poder económico concentrado y canalla?
Una vida pin y verde. Tenemos la posibilidad de poner al conocimiento en el centro de nuestro modelo de desarrollo y ‘el vivir bien’ en la realidad cotidiana o –como propone Francia Marquez- “Vivir sabroso es vivir en dignidad, es vivir en paz, es vivir sin miedo”. Se trata de admitir las profundas injusticias del capitalismo que afectan todos los aspectos de nuestra vida hipotecan el futuro de la humanidad (y el del planeta todo). Creo que dentro del sistema no hay soluciones acordes a la magnitud del desastre que enfrentamos. En contra de los cambios necesarios para la supervivencias están los poderes reales: económicos, culturales y políticos.
Hasta dentro de lo que podríamos considerar los liderazgos de la izquierda se levantan importantes dirigentes como “Pepe” Mujica que dijo querer para el Uruguay “un capitalismo en serio”. 1 Sin renunciar al socialismo claro… ¿Cómo se entiende? Hay que trabajar para el
desarrollo del capital, vivir pin y verde hasta que… ¿Hasta cuando?
Política y recursos públicos. Daniela Elosegui es directora de Desarrollo Social de la Intendencia de Treinta y Tres y asesora del Senador blanco Sebastián da Silva. En la Intendencia tiene un contrato y en el Parlamento está con pase en comisión desde el Centro Oficial de Información (IMPO) que también le paga.
Como directora de Desarrollo Social se la supone dedicada a las políticas sociales de la comuna. En sus manos está, supongo, el asignar ayudas a la población necesitada. Daniela es la que reparte… Por otra parte el senador Da Silva dijo que como asesora “está encargada de la
parte del este, Treinta y Tres y Cerro Largo, y cobra en el organismo de donde ella proviene”.
¿Encargada de qué? De hacer política en su nombre. Negocio redondo. Hace al mismo tiempo reparto de ayudas municipales y campaña política. En realidad lo que sorprende no es lo que hace sino el ingenio de los blancos para remunerarla con dos sueldos. ¡Qué administradores!
Asignaturas pendientes. Hay, en la política uruguaya, varias materias en las que la nota es ‘no aprobado’. Temas relativos a las seguridades, a la educación, al trabajo (digno), a la vivienda y a la protección de los derechos esenciales en amplios ámbitos de la convivencia. Por poner
algún ejemplo.
Una idea recurrente es que las urgencias nos han impedido ser capaces de mirar hacia el futuro. Sucede sí, pero creo que es peor la actitud de fraccionar los problemas, aislarlos de su contexto y de su historia. El fracaso de la sociedad, que es el del sistema como tal, se traslada a
la responsabilidad personal. Es la falta de esfuerzo la que condena a vivir al margen, en la pobreza y en la mayor tristeza a millones de seres humanos. Para el capitalismo pasar hambre es una decisión personal, algo que se elige por acción u omisión.
Asistimos a un alarmante aumento de los síntomas de una sociedad enferma. ¿Se puede diagnosticar correctamente qué males nos aquejan? ¿Se requiere prevención o cirugía? ¿Hay una alternativa real?
1 El sueño del Pepe de Samuel Blixen. “¿Qué estoy haciendo? Reinventando el capitalismo. Yo no renuncio al socialismo. Pero
en lugar de jetear me dediqué, en la medida de lo que puedo, a construir”, señaló. “Nada de poner al Estado como patrón, porque esa película ya la vivimos. Y no es pasarse al capitalismo. Es buscar el socialismo por otro camino”.